viernes, 29 de diciembre de 2017

Horarios de verano


 Durante los meses de enero y febrero, Biblioteca atenderá al público de lunes a viernes de 8 a 15 hs.



Informamos que tienes a tu disposición la colección recreativa, para disfrutar en estas vacaciones!!






viernes, 22 de diciembre de 2017

Navidad




Con finos rayos de luna
y con trocitos de estrellas
voy a hacer una guirnalda
a mi árbol en noche buena.

Con gotitas de rocío
y niebla de las veredas
un manto para cubrir
el techo de la glorieta.

Una fiesta de esperanzas
en noche de noche buena 
que espere la navidad
con su nube de quimeras.

Deja que vuelen los sueños,
que el alma se entregue plena
en un abrazo de paz
se confundan las fronteras.

Virgen de la Caridad
Madre de Jesús, y nuestra
que traigan los Reyes Magos
prosperidad a la tierra.

Abundancia y libertad
sea el pan en  cada mesa
tus ojos nos iluminen
en el año que comienza.

Una fiesta todo amor
en noche de noche buena
todos son mis invitados
están las puertas abiertas.


Hugo Emilio Ocanto

 



miércoles, 20 de diciembre de 2017

Poema del tiempo


En ese “Christmas tree” que mis hijos han puesto
en un rincón de mi despacho,
las luces de colores se encienden y se apagan
sobre las falsas ramas de un verde tan perfecto.

En la pausa de luz y de penumbra
confusamente enciende mi memoria
lejanas Navidades de mi infancia.

¡Qué tremendo destino y qué terriblemente hermoso!
Ahora ocupo el sitio de mi padre
y el que entonces tenía es hoy el de mis hijos.
Me borro y me enriquezco y me desvivo,
me pongo tras sus ojos para mirar la noche alegre, limpia
de tantas amarguras, de tan profundos decisivos huecos,
del dolor de vivir hacia la muerte.

Y poco a poco las palabras cambian,
 la “silent night”, la “holy night” se quiebran
en un sonar de viejos villancicos
y veo a los muchachos que cantaban pidiendo el aguinaldo,
a quienes yo envidiaba porque andaban casi descalzos en la nieve,
niños de la intemperie y la aventura.

Y soy y vuelvo a ser y aquí, a mi lado,
mi padre está partiendo los turrones
y mi madre dorando su sonrisa,
y Victoria y Antonia, mis hermanas,
y la sonrisa madre se pone ahora en labios de mi esposa
y yo soy yo y Alfonso, Miguel, Pilar, Antonio y Vicky,
y todo vuelve a ser y a ser más bello
en la unidad de tiempo que es la vida.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Te digo adiós, amor

Rafael Alberti en Punta del Este, año 1943.

Te digo adiós, amor, y no estoy triste. 
Gracias, mi amor, por lo que ya me has dado,
un solo beso lento y prolongado
que se truncó en dolor cuando partiste.

No supiste entender, no comprendiste
que era un amor final, desesperado,
ni intentaste arrancarme de tu lado
cuando con duro corazón me heriste.

Lloré tanto aquel día que no quiero
pensar que el mismo sufrimiento espero
cada vez que en tu vida reaparece

ese amor que al negarlo te ilumina.
Tu luz es él cuando mi luz decrece,
tu solo amor cuando mi amor declina. 

viernes, 1 de diciembre de 2017




LA TIERRA

Niño indio, si estás cansado, 
tú te acuestas sobre la Tierra, 
y lo mismo si estás alegre, 
hijo mío, juega con ella... 

Se oyen cosas maravillosas 
al tambor indio de la Tierra: 
se oye el fuego que sube y baja 
buscando el cielo, y no sosiega. 
Rueda y rueda, se oyen los ríos 
en cascadas que no se cuentan. 
Se oyen mugir los animales; 
se oye el hacha comer la selva. 
Se oyen sonar telares indios. 
Se oyen trillas, se oyen fiestas. 

Donde el indio lo está llamando, 
el tambor indio le contesta, 
y tañe cerca y tañe lejos, 
como el que huye y que regresa... 

Todo lo toma, todo lo carga 
el lomo santo de la Tierra: 
lo que camina, lo que duerme, 
lo que retoza y lo que pena; 
y lleva vivos y lleva muertos 
el tambor indio de la Tierra. 

Cuando muera, no llores, hijo: 
pecho a pecho ponte con ella, 
y si sujetas los alientos 
como que todo o nada fueras, 
tú escucharás subir su brazo 
que me tenía y que me entrega, 
y la madre que estaba rota 
tú la verás volver entera.


Gabriela Mistral 

viernes, 24 de noviembre de 2017

No puedo cerrar mis puertas...

El grito / Edvard Munch. 1893.

No puedo cerrar mis puertas
ni clausurar mis ventanas:
he de salir al camino
donde el mundo gira y clama,
he de salir al camino
a ver la muerte que pasa.

He de salir a mirar
cómo crece y se derrama 
sobre el planeta encogido
la desatinada raza
que quiebra su fuente y luego
llora la ausencia del agua.

He de salir a esperar
el turbión de las palabras
que sobre la tierra cruza
y en flor los cantos arrasa,
he de salir a escuchar
el fuego entre nieve y zarza.

No puedo cerrar las puertas
ni clausurar las ventanas,
el laúd en las rodillas 
y de esfinges rodeada,
puliendo azules respuestas
a sus preguntas en llamas.

Mucha sangre está corriendo
de las heridas cerradas,
mucha sangre está corriendo
por el ayer y el mañana,
y un gran ruido de torrente
viene a golpear en el alba.

Salgo al camino y escucho,
salgo a ver la luz turbada;
un cruel resuello de ahogado
sobre las bocas estalla,
y contra el cielo impasible
se pierde en nubes de escarcha.

Ni en el fondo de la noche 
se detiene la ola amarga,
llena de niños que suben
con la sonrisa cortada,
ni en el fondo de la noche
queda una paloma en calma.

No puedo cerrar mis puertas
ni clausurar mis ventanas.
A mi diestra mano el sueño
mueve una iracunda espada
y echa rodando a mis pies
una rosa mutilada.

Tengo los brazos caídos
convicta de sombra y nada;
un olvidado perfume
muerde mis manos extrañas,
pero no puedo cerrar
las puertas y las ventanas,
y he de salir al camino 
a ver la muerte que pasa.

viernes, 17 de noviembre de 2017

Aunque siegue la voz

Trigal con cuervos / Vincent van Gogh. 1890.

Aunque siegue la voz con que tu nombre
digo, tu nombre irá, como una hoguera,
abrasando estos huesos y esta carne de hombre
con perpetuo verdor de primavera.
Aunque ciegue la herida de mis ojos
donde vive la luz de tus paisajes,
en los del alma, de ceguera rojos,
siempre se estrellarán tus oleajes.
Aunque duela el silencio, como espada
fundida en lentas fraguas de amargura,
sonará esta verdad desesperada,
mordida tierra entre mi dentadura.
Sorda la voz, el sueño enarenado,
las pupilas, el alma, la garganta arañadas,
ronco, diré que hay en mi pecho, hincado,
un árbol que florece rosas ensangrentadas.
Respiro por la herida.
Por esta viva herida de mi muerte;
por esta mortal llaga de mi vida
que años y sueños y fracasos vierte.
Respiro por la herida este aire triste
empapado de humana pesadumbre.
Y un claro viento insiste
contra muros de tedio y de costumbre.
Pisando mi dolor, legiones de hombres pasan
ciegos, hacia esta misma hoguera mía.
¿Para siempre se salvan? ¿Para siempre se abrasan?
Yo sólo sé que busco mi verdad día a día.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Confianza

Nocturno / Alberto Castellanos

Mientras haya
alguna ventana abierta,
ojos que vuelven del sueño,
otra mañana que empieza.

Mar con olas trajineras
—mientras haya—
trajinantes de alegrías,
llevándolas y trayéndolas.

Lino para la hilandera,
árboles que se aventuren,
—mientras haya—
y viento para la vela.

Jazmín, clavel, azucena,
donde están, y donde no
en los nombres que los mientan.

Mientras haya
sombras que la sombra niegan,
pruebas de luz, de que es luz
todo el mundo, menos ellas.

Agua como se la quiera
—mientras haya—
voluble por el arroyo,
fidelísima en la alberca.

Tanta fronda en la sauceda,
tanto pájaro en las ramas
—mientras haya—
tanto canto en la oropéndola.

Un mediodía que acepta
serenamente su sino
que la tarde le revela.

Mientras haya
quien entienda la hoja seca,
falsa elegía, preludio
distante a la primavera.

Colores que a sus ausencias
—mientras haya—
siguiendo a la luz se marchan
y siguiéndola regresan.

Diosas que pasan ligeras
pero se dejan un alma
—mientras haya—
señalada con sus huellas.

Memoria que le convenza
a esta tarde que se muere
de que nunca estará muerta.

Mientras haya
trasluces en la tiniebla,
claridades en secreto,
noches que lo son apenas.

Susurros de estrella a estrella
—mientras haya—
Casiopea que pregunta
y Cisne que la contesta.

Tantas palabras que esperan,
invenciones, clareando
—mientras haya—
amanecer de poema.

Mientras haya
lo que hubo ayer, lo que hay hoy,
lo que venga.

viernes, 3 de noviembre de 2017

La nostalgia de mi tierra


La nostalgia de mi tierra,
de mi campo, el de otro tiempo,
me anda siempre por las sienes,
la nostalgia de tierra.
Me anda siempre por las sienes
y se me asienta en el pecho.

A veces es nube y pájaro,
a veces galope y eco,
a esa majada, esa tropa,
y yo silbando, tropero.

Paisanos de serio rostro,
ancha mano y gesto lento,
paisanos de serio rostro,
cuando me ausento a las veces,
cuando me ausento a las veces
al paso me los encuentro.

De noche veo fogones
con ruedas de mate y cuentos.
De noche veo fogones
y el llanto de las guitarras.
Y el llanto de las guitarras
que a rachas me trae el viento.

La nostalgia de mi pago
me pone triste el acento.
Viene de allá, campo afuera,
y se me va pecho adentro.

viernes, 27 de octubre de 2017

Rostro contra rostro

Del puerto viejo / Carlos Federico Sáez. 1897.

Rostro contra rostro,
piedra contra piedra,
para que el tiempo no se pudra
y conserve su forma de cinta de colores.

Tiempo contra tiempo
paciencia contra paciencia,
hasta que la piedra tome el dibujo del rostro
y el rostro la carne de la piedra.

Corriente de la mirada que no cambia
si mira o si no mira,
de la mano que es igual cuando toma y cuando da,
del corazón análogo para quedarse o para irse.

Piel contra piel,
mundo contra mundo,
tierra contra la tierra
y también contra el cielo,
hija de antiguos hijos,
bandera para el viento que ella misma ha engendrado.

Entre el sol y el maíz,
entre la lluvia y la muerte,
pájaro contra pájaro,
luz contra luz,
flor contra flor,
secreto de cobre amalgamado
con metal que respira,
brujería de un humo que desciende
a descontar los siglos.

Sed contra sed,
vaso para beber el vaso
y derramar el mundo.

viernes, 20 de octubre de 2017

Vientos del pueblo


Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.

¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.

Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.