jueves, 14 de noviembre de 2013

Nieblas y neblinas

Como hoy no cumplo años
pero igual me llora el día,
se aparece aquella historia
con su lenta disciplina.
Iba aquel que ya no soy
entre nieblas y neblinas,
con un carro en lo temprano,
y un estruendo de gallinas.

Era un pueblo, era un lugar
de autobuses fallecidos
donde había la pureza 
implacable del olvido.
Hubo un mi padre y mi madre,
hubo la casa amarilla,
allí mi hermana y mi Paula,
y un anís de enfermería.

Altavoces alejados
soplando música fría
de violines mexicanos 
y palabras como avispas,
matinés que yo soñaba 
tras verdores de gomina,
y la tarde en tarde plana
a Rin-Tin-Tín oliendo a misa.

Y aquel circo abigotado,
soledades cenicientas,
funerales de faquir,
peligrosa nochebuena.
Era un pueblo, era una especie
de lugar en el camino,
algún sitio entre las piedras,
con aires de pasadizo.

Payaso fotografiado,
viejísimos carnavales,
acordeones,
acordeones, arcángeles y detalles,
bajo un cielo demorado, 
con algo de viernes santo,
anochecía en las puertas 
con renuncias y presagios.

Era algo como un sitio,
un paraje, es un hospicio,
existiendo al otro lado
de lo empañado de un vidrio...

Eduardo Darnauchans
15 de noviembre de 1953 - 7 de marzo de 2007

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