jueves, 8 de agosto de 2013

Un poema de nostalgia



Un beso. Y va lejos. Desaparece
en el fondo, allá donde se pierde
la calle boscosa, que parece
un gran corredor en el verde.
Rememoro aquí donde hace poco
vestía el bello traje gris:
vuelvo a ver el crochet, las novelas
y cada sutil vestigio...
Me inclino en el balcón. Abandono
la mejilla sobre la baranda.
Y no estoy triste. No estoy
más triste. Esta noche retorna.
Alrededor declino el verano.
Y sobre un geranio bermellón,
agitando las alas caudales,
planea un enorme Papilio...
El azul infinito del día
es como la seda bien extendida;
pero sobre la llanura serena
la luna ya piensa el regreso.
La charca brilla. Se calla
la rana. Pero guiña un resplandor
de una fuerte verde esmeralda, de brasa
azul: el martín pescador.
Y no estoy triste. Pero me quedo
perplejo si miro el jardín...
¿Perplejo de qué? Nunca me he
sentido tan niño...
¿Perplejo de qué? De las cosas.
Las flores me parecen extrañas:
aunque hay siempre rosas,
aunque hay siempre geranios...

(19 de diciembre de 1883-9 de agosto de 1916)

Versión de Rosemarie Heyn y Lorenzo Peirano

No hay comentarios:

Publicar un comentario